Las bodas se están convirtiendo cada vez más en asuntos exclusivos de adultos y, aunque algunos invitados se oponen, las personas más afectadas (los propios niños) parecen compartir el mismo sentimiento: preferirían saltarse la fiesta. Esta tendencia refleja un deseo creciente entre las parejas de organizar celebraciones adaptadas a las preferencias de los adultos, ya sea para fiestas desinhibidas, barra libre o simplemente para evitar interrupciones.
El auge de los eventos sin niños
La decisión de excluir a los niños de las bodas no es nueva, pero se está volviendo más común a medida que las parejas afirman tener control sobre su día especial. Esto a menudo genera debates, y algunos abogan por excepciones o disposiciones para el cuidado de los niños. Sin embargo, la cuestión central sigue siendo: las parejas tienen derecho a dictar la atmósfera de su evento. Los expertos en etiqueta de The Knot y Emily Post coinciden y recomiendan un estricto cumplimiento de la política de no tener hijos para evitar favoritismo y resentimiento.
Lo que realmente piensan los niños
Para eliminar el ruido de los adultos, se planteó una simple pregunta a los niños: ¿quieren asistir a bodas sólo para adultos? Las entrevistas con Ronan, de 8 años, y Rafi y Ellie, de 5, revelaron un consenso sorprendente.
- Cuando se les preguntó si querrían ir a una boda, los tres dijeron que sí, pero con salvedades.
- Cuando les dijeron que en una boda “no se permiten niños”, Rafi y Ellie dijeron que los haría sentir “tristeces” y “mal”.
- Los tres estuvieron de acuerdo en que si fueran el único niño presente, se saltarían el evento por completo o saldrían corriendo a jugar con sus amigos.
Las respuestas de los niños resaltan una clara preferencia: las bodas son divertidas con otros niños, pero aíslan al ser el único menor en una reunión de adultos.
El resultado final
El debate sobre las bodas sin niños a menudo se centra en opiniones de adultos. Sin embargo, los propios niños (el grupo demográfico más directamente afectado por estas reglas) muestran poco deseo de ser la excepción. Las parejas tienen derecho a establecer límites, los invitados son libres de rechazarlos y los niños parecen aliviados de evitar ser el único niño en una habitación llena de adultos. La tendencia actual es clara: las bodas están evolucionando hacia eventos centrados en adultos, e incluso los asistentes más jóvenes parecen estar de acuerdo en que a veces es mejor quedarse en casa.
